Melquiades González
Becerra (Ciudad de México 1950) pertenece a la última generación de artistas
gráficos y plásticos que retomaron la inercia del arte generado en las vanguardias
históricas, como el surrealismo, inspiradas en la exploración del interior
desde el punto de vista del inconsciente del psicoanalís y las filosofías
orientales como el budismo. La práctica del dibujo espontaneo cargado de
movimientos automáticos tenía como objetivo adentrarse a una libertad personal
única y genuina. Esta premisa es el objetivo que ha guiado a los artistas como
Melquiades Gonzáles. Basan su trabajo en buscar plasmar en la obra una
experiencia verdadera siempre que no se parezca a otros artistas. A menudo los
artistas que retoman las actitudes de los artistas modernos, como en este caso,
se les considera igual de paranoicos. Lejos de ser un mal calificativo es un
alago porque implica que el artista es un obsesivo por su trabajo para encontrar
formas gráficas que lo reflejen en su esencia interior. Es precisamente esta
actitud lo que hace excitante su trabajo. Sin embargo, al traducir esos ímpetus
creativos pasan por el tamiz de la estructura formal como pasó con Jackson
Pollock, Antonio Tápies, Antonio Saura, Dubuffet, Mark Rothko, etc. Estos
artistas están en la línea que nutre la obra del maestro Melquiades González.
Sin embargo, Gonzáles abreva no solo con el informalismo, el tachismo o el
goteo expresionismo abstracto, sino que desliza veladamente formas y siluetas
que nos remiten a estilos primitivistas o surrealistas. Desde luego si tienes
que hacer un esfuerzo visual para ver los grabados, si quieres traspasar al
mundo del maestro Melquiades. Pero tampoco te aflijas tan solo contempla la
danza de líneas y formas de sus grabados y diviértete. La propuesta gráfica del
maestro Melquiades González fue concebida durante las décadas 1970s y 80s.
Exposición “La búsqueda gráfica de Melquiades González” curada por José María
Espinoza Yllades. Museo de la Ciudad de México. Pino Suarez no. 30, Centro
Histórico. Todos Juntos Podemos. Alumbrando los instintos.