Arte Chicle

lunes, 17 de octubre de 2022

Tres acercamientos a la obra de Mauro Terán. Por Alfredo Matus . Texto de la exposición "Globalización Elástica"

 Tres acercamientos a la obra de Mauro Terán.

 

Mauro Terán es un artista posmoderno en toda la extensión de la palabra. Sus pinturas son como pequeñas bombas Molotov, a punto de estallar en nuestras caras.

En la selección de esta muestra, se distingue por mezclar “promiscuamente” símbolos y personajes de Múltiples culturas con tradiciones estilísticas occidentales, obteniendo como resultado una obra ecléctica que coquetea lo mismo con iconografía renacentista y la pintura cortesana que con el expresionismo y el arte pop. .

Como un primer acercamiento, sondea la tradición del arte pop inglés y neoyorkino norteamericano de los años 60 y 70 (Richard Hamilton, Robert Rauschenberg, Andy Warhol), eligiendo una paleta de colores altisonantes y con una iconografía basada en los medios de comunicación masivos como el cartel, portadas de revistas, personajes del cine y la televisión, etc. Sin embargo, su obra se asemeja más al surrealismo pop angelino de los años 90, con parentescos al trabajo de Robert Williams, Clay Wilson, Kenny Scharf, filipino Manuel Ocampo. o el chicano Enrique Chagoya, respecto a sus composiciones o en sus soluciones plásticas caóticas.

Como él mismo reconoce, es un intento de recapitulación del pop en México, que por azares de la historia de la postguerra en Latinoamérica y la insumisión generalizada de los artistas de la época ante el imperialismo; que en México fue francamente soslayado en el campo del arte o visto con desdén general. Salvo unos intentos afortunados y asilados como la obra de Juan José Gurrola, Gelsen Gas, Pedro Friedeberg, Alejandro Jodorowsky o poco después, la obra del colectivo No Grupo y otros artistas multidisciplinarios de esta época.

Por otra parte, pero en paralelo, aborda en sus pinturas el Arte Popular y el mundo mediático mexicano. Así, lo mismo puede nutrirse de iconografías muy conocidas como los retablos devocionales tradicionales, las fotografías y otros afiches del cine de oro nacional o los ídolos de la televisión, los cromos patrióticos de calendarios de la posguerra hechos por Galas de México, la caricatura política. de los diarios o las monografías escolares de los años 70, para deconstruirles.

Haciendo con todo esto, un cóctel deliberadamente kitsch, cursi, pero con una fuerte carga dadaísta o surreal en las interconexiones simbólicas que plasma, revisando y juntando atemporalmente, personajes y hechos de la historia de nuestro país o del globo: Antonio López de Santa Anna. , Maximiliano de Habsburgo, María Félix, Mick Jagger, Kim Jong-Un, Donald Trump o ciertos luchadores mexicanos, etc., obteniendo como resultado una especie de “teatralizaciones iconográficas tragicómicas” que solo podría darse en una época como la nuestra.

Como un segundo acercamiento, Terán tiene aparentemente, una obra plagada de un cosmopolitismo tropicalizado, así como un dejo de humor, que deriva del estridentismo moderno mexicano de corte anti-solemne. Pero desde mi punto de vista, va adquiriendo un sentido más hacia el “rasquachismo” , poco explorado explícitamente en el escenario del arte nacional, salvo ejemplos de la obra de Cisco Jiménez, Daniel Guzmán, Miguel Calderón o Daniel Lezama.

Intento explicarme: Para el diccionario de mexicanismos del Colegio de México, el término Rascuache se refiere a “la apariencia o el aspecto de una persona o de alguna cosa, que es de mal gusto; que es de poca categoría o de baja calidad”. Noción de nuestra cultura mexicana que parte de una relación dispareja entre un poder y de una ideología hegemónica en relación con agentes subalternos o sojuzgados, de largo alcance y de larga historia.

No obstante, el académico texano Tomás Ybarra-Frausto, partiendo del arte y cultura chicana y posmoderna, al definir el rasquachismo como un concepto derivado del término mexicano Rascuache , le resignifica como una sensibilidad peculiar y como una manera de resistencia cultural entre dos identidades en conflicto, la cual incorpora estrategias de apropiación, reversión e inversión simbólica. Así, revitaliza y recategoriza este sentido como una forma político-cultural de la mexicanidad, que elude y reta a la vez, del orden verticalista cotidiano como todo una diferencia distintiva y legítima. Orillándonos a mirar nuestros propios prejuicios en arte o en cultura.

En un contexto global tan electrónico como el actual, considere que las obras de Mauro Terán están dentro de esta óptica. Interpreta cuadros y composiciones renacentistas u otras obras clásicas, con personajes de nuestro imaginario mediático nacional o universal, situándonos en un lugar francamente incómodo y cómico. Y esta incomodidad y este desempacho es un acierto refrescante en el escenario del arte actual.

Finalmente, como tercer acercamiento, me intriga esa casi fascinación por retratar a oligarcas y líderes de opinión de todos los tiempos, dentro de las piezas de Mauro. Gandhi o José Mujica expresidente de Uruguay, El “tigre” Emilio Azcárraga o Lorenzo Servitje, dueños de Televisa o Bimbo, respectivamente; Tín-Tan o María Félix, Porfirio Díaz o Carlos Salinas de Gortari, Heinrich Von Eckhardt, ministro alemán que ofreció a México parte del territorio estadounidense si apoyaban la causa alemana en la primera guerra mundial, entre otros.

Me atrevo a barajar posibilidades: Una es que intenta incorporar este tipo de personajes dentro del discurso de la cultura pop ensanchando el léxico del imaginario cultural mexicano desde una perspectiva global. Otra podría ser, una especie de reconocimiento reverencial en figuras públicas empoderadas y definitorias en la historia, como un “homenaje-estrategia” a la manera de proceder de Andy Warhol y sus retratos. Otra tercera, es una actitud iconoclasta y fársica al establecer una crítica sarcástica de la historia del mundo occidental y la posición que nos vinculamos a él o una revisión a sus acciones de estos personajes, desde el enfoque del presente pero con un toque de humor corrosivo. . En mi opinión, es una mezcla nebulosa de estos discernimientos los que están en juego en su obra.

Con estas coordenadas aquí esbozadas, tenemos referentes suficientes para Hurgar con otros ojos a la obra de este artista, formando en la escuela La Esmeralda del INBAL, dentro del contexto del arte mexicano contemporáneo.

Disfrutemos del recorrido.

 

Alfredo Matus

Barrio de Tepito, octubre 2022.










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